OPINIÓN: Cuando callar también es fallar

Por Alexis Navarro Aburto, Ingeniero
En Loncoche, este año 2025 no ha estado marcado solo por errores administrativos. Lo que estamos viviendo son omisiones graves que tienen consecuencias reales para nuestras comunidades. Y como vecino, me duele ver que, ante estos hechos, gran parte del Concejo Municipal guarda silencio.
Fiscalizar no es atacar. Fiscalizar es representar. Es una obligación legal, pero más importante aún, es un deber con la gente. La Ley N° 18.695, en su artículo 54, lo dice claramente: el Concejo debe fiscalizar al alcalde y a la administración municipal. No hacerlo no solo es faltar a la ley. Es fallarle a la ciudadanía.
El caso del transporte escolar: cuando la desidia afecta a los más vulnerables
A comienzos del segundo semestre, decenas de estudiantes rurales quedaron sin transporte escolar. No fue por falta de presupuesto ni por recortes de fondos, sino porque el municipio no realizó la licitación a tiempo. Esto ocurrió a pesar de que se conocía la modificación al artículo 35 quáter de la Ley de Compras Públicas, la cual dejaba fuera del contrato al anterior prestador del servicio.
El municipio sabía perfectamente que el contrato anterior no podía renovarse bajo las mismas condiciones. ¿Y qué hicieron al respecto? Nada. La licitación recién se llevó a cabo cuando ya había comenzado el segundo semestre, y para colmo, sin que aparecieran oferentes. A esto se suma la demora en la llegada de los buses que prometieron con recursos del GORE desde 2024, que aún no han llegado.
Todo esto dejó a niños y niñas sin clases. Es decir, se vulneró su derecho a la
educación. Y en medio de todo esto, lo que uno se pregunta como vecino es:
– ¿Qué hizo el Concejo Municipal para evitarlo?
– ¿Se exigió una licitación de emergencia?
– ¿Alguien levantó la voz públicamente?
No puede ser que, ante un hecho tan grave, la mayoría de los concejales permanezcan en silencio. Que de los seis, solo uno se haya atrevido a alzar la voz es una falta de compromiso con la comunidad. El silencio no es representación, es abandono. Nuestra gente merece que quienes los representan hablen y actúen con valentía.
Auditorías internas y el deber de la transparencia
En febrero de este año, medios como BiobioChile revelaron graves irregularidades en el DAEM, entre ellas pagos de horas extra sin respaldo documental. Lo más preocupante es que muchos nos enteramos por la prensa o por rumores, no por información oficial entregada por nuestras propias autoridades locales.
La auditoría interna encargada para esclarecer estos hechos fue realizada por un asesor a honorarios, lo que deja más dudas sobre la independencia y profundidad del proceso.
Frente a esta situación, concejales como Adriana Quintana, encargada de la Comisión de Educación, junto a José Soto y Alberto Velásquez, decidieron actuar con responsabilidad. Denunciaron públicamente lo ocurrido y presentaron una denuncia formal ante Fiscalía. Hicieron lo que debían: cumplir con su rol de fiscalizadores y representantes de la comunidad.
Sin embargo, surge una pregunta incómoda: ¿y los otros tres concejales? ¿Por qué guardan silencio? ¿Acaso no cuentan con canales de comunicación, como redes sociales, para informar y transparentar? ¿No fueron también elegidos por la comunidad para defender sus intereses y exigir claridad?
La falta de pronunciamiento de la mayoría no solo afecta la confianza ciudadana, sino que también pone en entredicho la representatividad y compromiso de quienes deben velar por el buen funcionamiento de nuestras instituciones.
La ciudadanía exige y merece respuestas claras y compromiso genuino. No podemos acostumbrarnos a la indiferencia ni al silencio cuando se trata de la integridad de nuestras instituciones públicas.
No se trata de ser perfectos, se trata de ser valientes
No exigimos perfección. Nadie lo es. Pero sí esperamos que nuestras autoridades sean valientes, que informen, que no teman incomodar al poder cuando es necesario. Porque fiscalizar no es ir a sentarse a una reunión y levantar la mano. Es preguntar, es exigir, es estar con la comunidad.
Y eso hoy no lo están haciendo todos los concejales. Muchos no explican sus decisiones, no rinden cuentas, no aparecen cuando más se les necesita. Y eso también es fallar.
Loncoche merece más
Loncoche necesita concejales activos, que estén en terreno, que escuchen y representen a su gente. Que entiendan que callar ante lo grave también es tomar postura. Y no es precisamente del lado del pueblo.
La transparencia no es un discurso de campaña. Es una práctica diaria. Y en Loncoche, esa práctica sigue siendo una deuda pendiente.
Las fiscalizaciones deben nacer del compromiso con la comunidad, del respeto a la verdad y de la valentía para denunciar y corregir los errores, sin importar de quién.
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