OPINIÓN: ACOMODAR, ESCONDER, FANTASEAR, A partir de ciertos hechos ocurridos en Loncoche

Por Alberto F. Velázquez Castro
Hay días que las cosas se nos vuelven imposibles. Hay días que escapamos a la sutileza y se nos agota pensar; hay días así para todos. Tenemos ciertas pulsiones: la tendencia a buscar la unanimidad, la manía de reducir la complejidad y ajustar la realidad a nuestras ideas.
Siempre es más fácil ver el error ajeno que el propio. Muchas veces para justificarnos culpamos a los otros.
Continuamente estamos tratando de salvarnos, de huir de la crítica, nos cuesta reconocer lo falibles y pequeños que somos. De algún modo, siempre, tratamos de ajustar la rica, profusa e inabarcable realidad a nuestro estrecho y limitado mundo. Hacemos desaparecer lo que no se ajusta, lo que niega nuestros esfuerzos, lo que pone en duda la autoimagen buenista que hemos construido de nosotros mismos. Es una historia antigua, se pierde en el tiempo. Esas tendencias se expresan, a lo menos, en tres fenómenos: el lecho de Procrusto, la escoba de Ockham, y las teorías de la conspiración.
Contaban los antiguos griegos que Procrusto tenía una casa a la orilla de un camino e invitaba a los viajeros a alojarse. Tenía dos camas una pequeña y una grande. Si el huésped era alto lo enviaba a la cama pequeña, si era pequeño lo enviaba a la cama grande. Por las noches, asegurándose que el visitante dormía profundamente, procedía a cortarle las extremidades para que se ajustara a la cama. Esta historia explica la tendencia de algunas personas a ignorar la realidad y acomodar el mundo a sus intereses o a su manera de ver las cosas. Cuando a un seguidor de Procrusto se le crítica u objeta procede a cercenar los argumentos ajenos para que ajusten a lo que cree o piensa y de este modo tener siempre la razón.
Como contrapunto a la famosa navaja de Ockham el biólogo Sidney Brenner propuso la escoba de Ockham. La escoba describe cuando los científicos y pensadores crean teorías ignorando u omitiendo hechos y datos que puedan objetarlas. Es decir, hechos que ponen en jaque sus ideas, por eso, barren la basura bajo la alfombra para que nadie se percate de sus equivocaciones o contradicciones. De esta forma lo inconveniente es ocultado, ignorado, suprimido; lanzado bajo la alfombra a escobazos.
Otra forma del fenómeno es la paranoia. María Moliner define paranoia como una “obsesión, preocupación que alguien no puede apartar de su mente”. Del mismo modo, Moliner, define paranoico como: “una persona que está obsesionada por algo o que se obsesiona fácilmente”. Un paranoico ve fantasmas donde no los hay. No hay para que recurrir (en muchos de los casos) a explicaciones alambicadas. Como dice la navaja de Ockham muchas veces el razonamiento más sencillo es el correcto. No hay para que multiplicar los entes o extender las explicaciones al infinito; el paranoico se pierde entre seres producto de su propia imaginación.
Estos tres fenómenos: el lecho de Procrusto, la escoba de Ockham y la paranoia se entretejen en las teorías de la conspiración. Una teoría de la conspiración es la creencia en que muchas de las cosas que suceden son realizadas por un grupo oculto que actúa para defender sus intereses o privilegios, y, por ende, nos busca dañar o perjudicar. Para que todo calce la realidad se acomoda (Procrusto). Para que todo calce los hechos indeseables se esconden bajo la alfombra (escoba de Ockham). Para que todo calce se ven fantasmas donde no los hay (paranoia).
Acomodar, esconder, fantasear.
Caer en el ámbito de los conspiranoicos es renunciar a pensar, es caer en la creencia irracional. En política los conspiranoicos creen que todo el que no piense como ellos está en su contra. De esta forma el diálogo público se reduce a una permanente confrontación. Así, todo lo bueno vendría de los que son parte de su grupo y piensan igual, y, por el contrario, todo lo malo viene de los que no son parte de su grupo y piensan diferente, es decir, los críticos.
Estas tendencias son permanentes. En unas épocas se dan con más fuerza, en otras con menos. Vivimos en un presente abundante en extremismos, noticias falsas, videos creados con IA y teorías conspirativas. Las democracias corren el riesgo de ser reemplazadas por seudo democracias iliberales y autoritarias.
La política local no está exenta ni es ajena a fenómenos de este tipo, por ello, no podemos renunciar a pensar. Debemos estar alertas para no seguir los pasos de Procrusto, para no barrer con la escoba de Ockham y para no ser seducidos por teorías conspirativas.
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